José (Madrid)
Siempre estaré agradecido a Ester, que en el verano de 2013 en Zarzalejo nos enseñó a hacer pan con harina integral de espelta fermentada con masa madre. Desde entonces, prácticamente todo el pan que como en casa lo hago yo mismo. Así he ido probando (y aún sigo) diversas modalidades: salado, dulce, con chocolate, con otros cereales… ¡Y qué bueno sale! Tal vez porque los alimentos que preparamos con mimo siempre nos saben ricos. ¡Y qué placer comer el pan que uno mismo ha elaborado!
La fermentación con masa madre es más lenta, pero por eso más sana y nutritiva que la que se hace con levadura (y, peor aún, con levadura química, que es lo normal), pues hace que el pan tenga más fermentos que ayudan a digerirlo y, de rebote, a digerir el resto de la comida. Y, por supuesto, la harina que uso es integral, obtenida del cereal sin refinar, con todos los minerales del salvado del grano. No solo es más rico, es que además es más sano para quien lo come.
Y un punto más a favor: es más sano también para el medio ambiente, pues la harina que compro es de producción ecológica, así como otros ingredientes. Y también es una satisfacción saber que con el pan que como estoy contribuyendo a un planeta más sano.
¿Que lleva más tiempo hacer el pan que comprarlo en la tienda? Sin duda, pero si uno se organiza, al final se convierte es una tarea doméstica más, y de las más gratificantes. Además, he aprendido que el horno es como la lavadora: cuando se pone, hay que llenarlo; pues consume la misma electricidad lleno que medio vacío (en la foto veis seis panes y dos bizcochos salidos de la misma hornada). Panes que comparto y que congelo para ir consumiendo en las semanas siguientes.
¡Saludable, nutritivo, gratificante y bueno para el medio ambiente!