En nuestra reunión mensual, en continuidad con «Nuestra manera de comer» del mes pasado, hemos tratado de las repercusiones en terceros de nuestra manera de alimentarnos.
Comenzamos poniendo en común cómo nos hemos sentido abordando este tema. Para algunos, es algo que después de mucho tiempo de búsqueda y cambio de hábitos, ya lo tienen integrado en sus vidas, con lo que apenas han prestado atención en este mes. En casa prácticamente todo lo que se come es de producción ecológica, local, de temporada, de Comercio Justo y con mínimos envases. Sin embargo, cuando comemos fuera de casa, sufrimos y nos duele el tener que alimentarnos de maneras poco respetuosas con otras personas y con la Tierra. Esto es especialmente doloroso cuando vemos cómo están siendo alimentados muchos niños cercanos a nuestras vidas.
Pasando a compartir las repercusiones de nuestra manera de alimentarnos, a la hora de elegir los proveedores de alimentos y cómo comprar, una buena opción es la de los grupos de consumo en los que se puede obtener producto de temporada y ecológico, aunque sea sin sello. El conocimiento del proveedor es lo que acredita que los alimentos han sido cultivados utilizando medios naturales.
A este respecto se habla también de La colmena que dice sí, que pone en contacto a productores y consumidores, cobrando un porcentaje de las ventas para cubrir sus gastos. Al tratarse de una empresa social y solidaria («sin ańimo de lucro», en otro lenguaje), los beneficios que pudieran obtener no se distribuyen entre los «propietarios» sino que se reinvierten en la actividad. En este caso los consumidores pueden limitarse simplemente a comprar, a diferencia de otros grupos de consumo en que todas las personas colaboran, cada uno con una función o bien de manera rotatoria.
La confianza es importante, por eso hay quien comenta que consume leche a granel proveniente de Cantabria, pero no tiene certeza de cómo están tratadas las vacas ni lo que comen. Lo mismo con respecto a los huevos; se habla de determinados productores que tienen una línea con huevos código 0 (ecológicos) y 1 (de gallinas camperas) y a la vez 3 (en jaulas). Poco dice esta práctica acerca del convencimiento del granjero con lo ecológico y sostenible.
Otro tema del que se habla es de obtener productos «kilómetro cero» y la dificultad de alimentarse exclusivamente de productos cercanos. Si queremos consumir plátanos hemos de traerlos, como poco, de Canarias; en el caso del café, té y chocolate, de países de clima tropical. En esos casos, la opción es el Comercio Justo.
Se comenta nuevamente la importancia de los envases a la hora de comprar los alimentos. Hay tiendas a granel en las que se sirven todos los productos sin envase de plástico. Incluso la miel llevando un tarro propio. Hay quien ha conseguido que todos los productos de alimentación y hogar no tengan envase salvo el aceite de oliva y el vinagre de limpieza. En la línea de evitar envases se sugiere la utilización de bebidas vegetales en polvo, pero todas contienen maltodextrina de maíz. Este componente es un edulcorante artificial que se usa como sustituto del azúcar y que puede tener algunos riesgos asociados.
Como conclusión, todos reconocemos que sería bueno establecer unos criterios que priorizados sirvieran para la evaluación y elección de un proveedor. Estos serían, por ejemplo, confianza, local, ecológico, tipo de empresa, etc.
(Imagen: Pixabay)