Un año más, y ya van tres, hemos celebrado el encuentro de verano de Biotropía en la casa de oración “Isaías 11”, de Zarzalejo (Madrid). Dos días muy agradables de convivencia, poniendo en práctica ese estilo de vida que intentamos vivir a lo largo del año. No ha sido un cursillo, como otros que convocamos, sino precisamente eso: unos días tranquilos de vivir juntos sin preocuparnos mucho del programa y del reloj (salvo lo imprescindible). Y, con todo, al término de los dos días, nos dábamos cuenta de que habíamos hecho de todo: momentos generosos de conciencia corporal y de silencio por las mañanas, visionado de documentales (“La historia de las cosas” y “Planeta Tierra”), puesta en común de nuestras “biotropías prácticas” (¡cuánta buena gente poniendo en práctica estilos de vida en conversión!), elaboración de pan con harinas integrales y levadura fresca, un paseo contemplativo por la naturaleza, una sesión de formación en torno a la encíclica del Papa “Laudato si”, velada lúdico-literaria, comida ecológica y vegetariana elaborada entre todos (y sin necesidad de hacer turnos para ello; solo con la buena voluntad de todos)… y muchos ratos de convivencia esponjada y serena, ¡hasta un refrescante chapuzón!
Todo en su punto, todo ha fluido y confluido sin forzar nada. Como esos “minutos contemplativos” antes de las comidas. Momentos en que nos hacemos especialmente conscientes de la maravilla que es estar aquí, en este lugar tan especial, con esta compañía tan maravillosa, ante estos alimentos sanos elaborados por nosotros, que nos van a dar vida para que sigamos vivos… (¡y esas lechugas que hemos ayudado a plantar hace un mes y que ahora nos saben a gloria!). Momentos para agradecer en silencio (¡y también para compartir ese agradecimiento!) tanta fortuna recibida. ¡Qué suerte tenemos que hoy también comemos! ¡Qué suerte tenemos por estar aquí compartiendo vidas y búsquedas, aciertos y recetas de vida!
Hay quien sube andando las escaleras, quien se resiste a que le regalen una tablet, quien va dejando en el metro las revistas ya leídas para que puedan ser usadas por otros, quien lleva a la tienda sus propias bolsas y tuppers, quien ha renunciado al coche, quien compra en establecimientos pequeños y de producción artesanal, quien ha dejado de ver la televisión, quien reutiliza el papel, el agua, la ropa, quien ha descubierto la cosmética natural, quien está aprendiendo a tomarse la vida de forma más tranquila y consciente de cada momento, quien se ha pasado a una dieta ecológica y vegetariana, quien se ha apuntado a un grupo de consumo de verduras de producción local, quien participa en un voluntariado de acompañamiento a personas de la calle, quien ha renunciado a los intereses financieros, quien fabrica sus propios jabones, quien se ha pasado a una compañía eléctrica 100 % renovable, quien compra de segunda mano… Realmente, la sesión de “pasarnos la pelota” para compartir nuestras pequeñas experiencias de Biotropía práctica ha sido un subidón de moral: ¡es posible aprender a vivir de otra manera! Y es estupendo hacerlo junto con personas tan maravillosas. ¡Muchas gracias a todos un año más!