Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que le dispensase de esa contaminación: «Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado». El jefe de eunucos aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. (Dn 1, 8.12-14).
He aquí un texto no muy conocido de la Biblia. Daniel y sus compañeros proponen seguir durante un periodo de tiempo -en este caso, diez días- una dieta específica. Y luego evaluar el resultado y actuar conforme a ese resultado. El principio es antiguo como el mismo texto. Y perfectamente actual.
Hemos oído, por ejemplo, que comer tanta carne no es sano, que además tanto consumo de carne está teniendo consecuencias desastrosas en el medio ambiente y en otros pueblos, que los animales son tratados de mala manera… Hay personas que han dejado significativamente de comer carne y parece que siguen sanos y haciendo vida normal… ¿Y nosotros? ¿Haríamos la prueba durante un tiempo a ver qué pasa?
Nos dicen que no hace falta tanta variedad de productos de limpieza y aseo. Que utilizar tanta química y tanto envase de plástico para limpiar y para asearnos no es bueno ni para nosotros ni para el Medio Ambiente. Que el jabón tipo «Lagarto» sirve para casi todo… Hay gente que solo usa jabones naturales y/o caseros y les va bien… ¿Sería posible probar?
Hay quien ha renunciado al coche, o a la televisión, o al teléfono móvil… que ha simplificado su vida prescindiendo de muchos «convencionalismos sociales»… Y dicen que han ganado en ritmo y calidad de vida… ¿Podríamos probar nosotros también?
Nos damos cuenta de que necesitamos hacer silencio en nuestras vidas, pararnos más y entrar en nuestro interior… Pero no acabamos de encontrar los tiempos y modos. Algunos parece que han sido capaces de reservar cada día o cada semana algunos momentos, solos o en grupo. Y dicen que merece la pena y que con el tiempo experimentan más hondura en sus vidas… ¿Será verdad? ¿Cómo saberlo?
(Y podríamos poner muchos más ejemplos…)
¿Cómo saberlo? La mejor manera es… ¡haciendo la prueba! Probemos. Incorporemos un nuevo hábito de comportamiento en nuestra vida durante un tiempo prudencial (no demasiado corto). Y luego evaluemos el resultado. Es posible que lo que a unos les viene bien a otros no les venga tan bien. ¿Cómo saber lo que me conviene en mi caso? Probemos y… veamos. Y entonces… ya lo sabremos por propia experiencia. Eso sí, sin prejuicios («no sé para qué pruebo si ya sé de antemano el resultado») ni argumentos engañosos («llevo un mes casi sin comer carne y me encuentro mucho mejor pero ¿y si a la larga es perjudicial? Mejor volver a la dieta de antes»).
Hagamos la prueba. No hay nada como la propia experiencia. Quien lo prueba lo comprueba.
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Completamente de acuerdo. La gran mentira del marketing es hacernos creer que las necesidades humanas son ilimitadas, cuando digamos… el 90% de los artículos de consumo que aparecen ante nosotros en los mercados y en la publiciadad son bienes supérfluos concebidos para aprovecharse de los instintos gregarios de la naturaleza humana y, así, motivarnos a consumir ilimitadamente para engrosar el negocio frenético del sistema. Perdonad si os parezco demasiado radical. No soy antisistema, os lo aseguro, pero cuanto más profundizo en la esencia del show business, de la economía y lo económico, y la filosfía de vida subyacente, más me doy cuenta de que la manera de proceder del complejo «generador de valor» es el viejo procedimiento de la hermosa lombriz pinchada en el anzuelo, o el cazador agazapado tras un atractivo señuelo ofrecido a la paloma torcaz.
Recordemos aquello de Sócrates, cuando decía que se entretenía (y alegraba) enormemente visitando el mercado de la ciudad, al contemplar tanta mercancía amontonada en los mostradores y percatarse de todo aquello que NO necesitaba tener para vivir una buena vida.
Experimentar es una labor, de las pocas, que el ser humano lleva imbricada en su genes, pues poco más trae consigo cuando nace. Desgraciadamente, el modelo de cómo es la realidad ya nos lo imponen desde pequeñitos (qué comer, qué creer, qué hacer,..).
Biotropía es una propuesta retadora para que experimentemos por nosotros mismos, desde nuestro propio corazón, y así evaluar qué es la realidad, y por tanto, aprender cómo funciona el mundo y hacerlo funcionar de la mejor manera posible.
Personalmente llevo muchos años (perdí la cuenta), sin comer carne y tres años sin probar productos lácteos y casi sin probar gluten, y desde entonces, desaparición de alergia y ni constipados, ni gripes, ni mucosidades, ni dolencias comunes me han asaltado…. Pero, amigos,… es mi experiencia.
Como se dice en este post, ¡atrévete a experimentar ! Sal de tu zona de confort, atraviesa las barreras que te pones y descubre ese otro mundo que hay ahí. Probablemente te guste.
Hola amigos, hola a tod@s, me encantó el texto, me encantaron los comentarios, y, por qué no decirlo, qué envidia, sois estímulo, no me supone tristeza el pensar «qué suerte (se que no tiene nada que ver la suerte) que estos han podido dar el/los pasos», todo lo contrario, me alienta, aunque me resulte difícil; despacito, tranquilo Juan Carlos, poco a poco , vas dando pasicos, aunuqe sean cortos, o de caracol, pero seguimos palante, no rehuyo los comentarios, el leer sobre estos temas, el ir a reuniones, el aprender… paso a paso, pero palante. También son días, meses ya, delicados en mi vida a nivel personal. Y no sigo que lo paso mal y lloro.
Un beso a todo@s.