Elijamos el futuro

Elijamos el futuro

«Sin un medio ambiente saludable, no podremos acabar con la pobreza ni fomentar la prosperidad. Todos tenemos una función en la protección de nuestro único hogar: Podemos utilizar menos plástico, manejar menos, desperdiciar menos alimentos y enseñarnos unos a otros a cuidarlo». Son palabras de António Guterres, Secretario General de la ONU, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, que este año propone «conectar a las personas con la naturaleza«. Palabras que contrastan, apenas unos días después, con el anuncio del presidente de Estados Unidos de sacar a su país del Acuerdo del Clima de París de 2015. Aunque era algo anunciado en su campaña electoral, la decisión ha causado preocupación incluso entre grandes empresas estadounidenses, que ya en abril dirigieron una carta a su presidente considerando que la participación en el Acuerdo de París les beneficia. En el mismo sentido se manifestaba, en un vídeo que se ha hecho viral, Arnold Schwarzenegger, exgobernador de California, constatando la experiencia de su Estado: «Proteger el medio ambiente no destruye nuestra economía. El fondo de la cuestión es que las políticas de protección medioambientales hacen lo contrario: hacen crecer la economía». Y añadía: «Muchos de nosotros sabemos cómo es la energía limpia del futuro. Y no da miedo. La hemos visto en ciudades y estados en todo el mundo. De hecho, sabemos que la energía sucia del futuro con el asma, el enfisema y el cáncer es mucho más terrorífica. Así que, por favor, señor presidente, elija el futuro». El Acuerdo de París no solo es bueno para la economía y las empresas; lo es sobre todo para las personas. Por eso, como personas, cada uno desde donde está y hasta donde puede, elijamos el futuro.

Resumen de contenidos

El científico Thomas Lovejoy, en “Podemos parar la sexta extinción masiva”: el padre de la biodiversidad (el espectador.com) considera que estamos ya en el principio de la sexta extinción masiva y cree que el modo de pararlo será siendo más sensibles y sensitivos respecto a cómo tratamos al mundo natural.

En elperiodicodelaenergia.com, leímos que Suiza ha aprobado en referéndum promover las energías renovables y prohibir la construcción de nuevas centrales nucleares.

Un par de sugerencias interesantes: la primera es la recomendación, por parte de @orgranico, de comprar en ecológico al menos los 10 alimentos más contaminados de los que habla en su post. La segunda, la web de alargascencia.org, un buscador de establecimientos donde reparar, intercambiar, alquilar y prestar.

Y para la reflexión, Los mares han dicho basta, que se hace eco de la primera Conferencia de los Océanos, convocada por la ONU para tratar los grandes retos de unos mares cada vez más contaminados y afectados por la sobremesa y el cambio climático.

Y, como siempre, las presencias de Biotropía en FacebookPaper.liBiotropía Práctica, y MeetUp “Hábitos de vida sostenible”.

La cita espiritual. «Lo que está en juego es nuestra propia dignidad». Papa Francisco.

«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores. Si no está latiendo esta pregunta de fondo, no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan lograr efectos importantes. Pero si esta pregunta se plantea con valentía, nos lleva inexorablemente a otros cuestionamientos muy directos: ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra? Por eso, ya no basta decir que debemos preocuparnos por las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá. Es un drama para nosotros mismos, porque esto pone en crisis el sentido del propio paso por esta tierra«. (Laudato si, 160).

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