En estas fechas próximas a la Navidad
en que se multiplican las felicitaciones orales, postales y electrónicas,
no vamos a añadir muchas más palabras
sino, al contrario, invitar al silencio y a la compasión.
Fechas propicias para cultivar la interioridad-espiritualidad
y cultivar la sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno.
Este breve poema nos invita a esta doble dimensión:
a escuchar la «celeste melodía»
que suena fuera de los palacios y catedrales –en la sombra dura y fría–
y que a la vez nace en lo profundo del alma.
¡Profunda y compasiva Navidad para todos!
Jesús, el dulce, viene…
(Juan Ramón Jiménez)
Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría…
Mas la celeste melodía
suena fuera…
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma…
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!