Las actividades del proyecto educativo Okavango incluyen:
– Contacto con la naturaleza. Juegos al aire libre, marchas por la naturaleza, momentos de contemplación. La naturaleza es maestra que enseña, madre que acoge, misterio que asombra. Nuestra sociedad urbana vive un insano “déficit de naturaleza” y cuando volvemos a ella descubrimos nuestras raíces profundas.
– Juegos y dinámicas de grupo. Los niños y adolescentes van aprendiendo mediante la interacción lúdica con otros semejantes, pasándolo bien y haciendo amigos. Se van desplegando así habilidades personales y sociales, a la vez que fomentando el sentido de responsabilidad. Se alternan actividades en grupo grande y grupos pequeños.
– Preparación de la comida. La alimentación es una cuestión básica. Aprendiendo a alimentarnos de forma saludable y justa contribuimos decisivamente a nuestra propia salud y la del medio ambiente. Por eso, nuestra alimentación es vegetariana y mayoritariamente ecológica, local y de Comercio Justo. Aprender a elaborar nuestra propia comida es un excelente medio para apreciarla: “¡qué suerte tenemos que hoy también comemos!”.
– Talleres manuales. En una cultura cada vez más tecnológica, es importante no dejar de utilizar nuestras manos, incluso para hacer cosas que podrían hacer las máquinas. Talleres que motivan al cuidado de la casa común -reduciendo, reutilizando, reciclando-, con un sentido práctico: aprendemos a hacer papel, jabones, repostería, reciclado de envases… intentando dar siempre a las cosas un nuevo uso, como la misma naturaleza nos enseña.
– Tareas domésticas. Además de en la cocina, todos colaboramos en poner y quitar la mesa, en fregar los platos, en barrer y limpiar. No queremos que nadie haga esto por nosotros. Aprendemos así, “haciendo cosas pequeñas”, el valor de lo sencillo y su aportación a otro mundo mejor posible.
– Sesiones de formación en torno a las culturas y naturaleza africanas, el Cambio Climático, la historia de las cosas, el origen de los alimentos, el uso del agua, el consumismo… Pequeñas dosis de información que pretenden contribuir a la conciencia crítica de las repercusiones sociales y medioambientales de nuestro estilo de vida y a la presentación de alternativas viables para otra forma de vida posible.
– Cultivo de la interioridad. Dinámicas que desarrollan la dimensión espiritual. Momentos de relajación y conciencia corporal, de contacto con lo profundo de nosotros mismos y con el Misterio de la vida. Silencio, respiración, contemplación y expresión corporal. No hay cambio social sin cambio personal y no hay cambio personal sin cultivo de la interioridad.
– Conocimiento del entorno próximo social y natural. Visitas a parques, huertos urbanos, grupos de finalidad similar o de realidad social de exclusión. Colaboración con campañas locales de solidaridad y a favor del medio ambiente.
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