Ayudas y servicios. Ética del cuidado.
Cuidar relaciones humanas de calidad. Dedicar tiempo a otras personas, empezando por la propia familia y los más cercanos. Reservar ámbitos de gratuidad. Participar en voluntariados. Hacer regalos artesanales. Intercambiar servicios y ofrecerlos gratuitamente. Optar por formas de ocio relacionales y no consumistas…
Heidemarie Schwermer es una alemana que lleva más de diez años viviendo sin dinero. ¿Cómo lo hace? Intercambiando servicios con otras personas. Lo que comenzó siendo un experimento que iba a durar un año se ha hecho en ella una manera de vivir. «Para la mayoría, intercambiar y compartir solo es una parte exigua de su vida cotidiana. Para mí, en cambio, es una verdadera alternativa al sistema. Con ello no aspiro a que todo el mundo viva sin dinero, pero sí a que miren hacia cosas nuevas y eso sí deberían hacerlo todos.1»
Personas como Heidemarie nos abren a una nueva mentalidad de satisfacción de necesidades mediante la prestación de servicios gratuitos o bien a cambio de otros servicios. Se trata de una nueva cultura caracterizada por la confianza y el compartir.
Internet es un paradigma de esta cultura del compartir, un espacio donde personas que no se conocen apenas comparten con confianza conocimientos, experiencias y recursos. La licencia Creative Commons regula los derechos de autoría, a la vez que permite el uso gratuito de las obras.
El software libre, del que se ha hablado en el ámbito del consumo, es un ejemplo de esta nueva cultura del conocimiento compartido. Wikipedia es otro: una enciclopedia universal elaborada mediante la aportación de millones de personas que de forma altruista contribuyen con su saber, muchas veces dialogando con otras personas y consensuando los contenidos. Cuando tenemos un cierto conocimiento de una materia, ¿acaso no nos gusta que nos pregunten por ello y poder enseñar a otros lo que uno sabe?
No solo compartimos conocimientos. Muchos llevan tiempo compartiendo su casa, cediéndola a otros cuando están ausentes y alojándose en casas de otras personas. O cediendo una habitación para invitados a la vez que uno se aloja en habitaciones de otras casas. Se trata de una forma de consumo colaborativo donde no hay (o muy poco) dinero por medio. Otros han aprendido a compartir libros, bicicletas, conexiones wifi a internet…
Y otros han descubierto los bancos de tiempo, asociaciones donde los miembros se intercambian servicios unos a otros, llevando la contabilidad de los mismos mediante diversas herramientas. Julio Gisbert, autor del libro y de la web «Vivir sin empleo«, es una de las personas con más experiencia en este terreno.
Y maś allá del intercambio de servicios, ¡cuánta buena gente sirve y ayuda a otros sin buscar contrapartida! Ahí están todas las entidades de voluntariado, desde las más pequeñas a las más grandes, como Caritas, que con sus 160.000 socios y donantes y 60.000 voluntarios, seguramente es la organización que más está aliviando el drama humano causado por la crisis económica que padecemos.
¡Y tanta buena gente anónima! ¡Tanta buena gente que se da generosamente sin pedir nada a cambio!